SAN SIMÓN STOCK

San Simón Stock era inglés, nació en el Condado de Kent, el año 1165.Sus padres le educaron en la religión cristiana y le inspiraron un profundo amor a La Santísima Virgen. Quedo huérfano a los 7 años; su hermano mayor le hizo aprender las primeras letras; a los 12 años se retiró a hacer vida de ermitaño en un bosque, sirviéndole de celda el tronco hueco de un árbol. La palabra stok significa trono, y esto explica su apellido.
La vida de San Simón es para ser admirada, pero no imitada. Vivió muchos años comiendo lo que el bosque le ofrecía, excepto algunos días en que un perro le llevaba alimentos, así como otro se lo llevo a San Roque pocos años después. Estaba haciendo esta vida de anacoreta cuando supo que habían llegado a Inglaterra, procedentes del Oriente, unos ermitaños que se llamaban Hermanos de La Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo. Sintiose llamado a ingresar a dicha orden, lo que le fue concedido. Poco tiempo después fue designado general de la misma, de un modo que los biógrafos llaman milagroso.
Pronto se vio San Simón lleno de gravísimas dificultades en el desempeño de sus funciones. Estas dificultades nacían unas de los de adentro, y otras e los de afuera. Las primeras tenían por causa el nuevo rumbo que él le había marcado a la Orden, fundando conventos, no en los desiertos, como habían hecho antes, cuando vivían en Oriente, sino en las grandes ciudades donde había Universidad o algún centro de cultura importante. Estas dificultades fueron pronto resueltas, las más graves eran las que procedían de afuera. Las vocaciones nuevas habían desaparecido. La Orden estaba, por consiguiente, a punto de desaparecer, y hubiera desaparecido, si la Santísima Virgen no lo salva.
Hay que tener en cuenta que los Carmelitas llegaron al Occidente de Europa poco tiempo después de haber sido fundadas y aprobadas las Ordenes Mendicantes de Los Franciscanos y Dominicos; Estas se habían difundido rápidamente por la extraordinaria popularidad de sus fundadores y por la gigantesca personalidad n ciencia y en virtud de algunos frailes que tuvieron en sus comienzos, como Alberto Magno, Tomás de Aquino, Buenaventura el Seráfico Antonio de Padua, Doctores de la Iglesia Hoy los cuatro. Era preciso un Santo de la envergadura de Domingo de Guzmán y Francisco de Asís, capaz de conseguir del Cielo una gracia especial que evitase el naufragio inminente del Carmelo. Este Santo fue Simón Stock. No encontrando auxilio alguno, en la tierra lo buscó en el cielo, y allí lo encontró.
Un testigo completamente irrecusable, Pedro Swanington, secretario y confesor del Santo, nos cuenta como el cielo atendió a sus súplicas.
Dice Swanington:
"El bienaventurado Simón, bien que cargado con el peso de sus muchos años y quebrantado por sus austeridades, pasaba frecuente mente la noche en oración, hasta el amanecer, llorando en su corazón por los males que afligían a sus hermanos. Orando estaba de este modo, cuando un día tubo una consolación del cielo, que él nos contó de esta suerte a todos los religiosos reunidos: Hermanos carísimos, bendito sea Dios que no abandona a los que en él esperan, y no desatiende las oraciones de sus siervos. Bendita sea con él La Madre de Nuestro Señor Jesucristo, que se ha acordado de los días antiguos y de las tribulaciones grandes que os han afligido a muchos de vosotros, sin fijaros que quien deseare vivir piadosamente en Cristo, padecerá persecuciones. Mas ved ahora que las palabras que esa divina Madre os dirige, serán recibidas por vosotros con el gozo del Espíritu Santo: que este Espíritu divino me asista para manifestaros dignamente el mensaje que traigo.
"Aunque soy polvo y ceniza, yo derramaba mi alma en la presencia de Dios, y con toda confianza suplicaba a mi Señora, La Virgen María, que así como Ella había querido que nos llamásemos Hermanos suyos, se nos mostrase ahora como verdadera Madre, librándonos de las tentaciones que al presente nos afligen, y dándonos alguna muestra visible que nos sirva de recomendación y de benevolencia ante aquellos que nos persiguen. Decíale yo suspirando: " Flor del Carmelo, Vid florida, Resplandor del cielo, Virgen Madre incomparable, Madre de bondad, Madre sin tacha, protege con privilegios a tus Carmelitas, Estrella del mar". Esto diciendo, se me apareció la Virgen entre milicias angélicas, y teniendo en las manos el hábito de la Orden, dijo: " Este será el privilegio para ti y para todos los Carmelitas: quien muriese por con él, no padecerá el fuego eterno".imagen5
" Y como su gloriosa presencia me había cautivado sobremanera, llenándome de alegría silenciosa, no pudiendo yo, miserable de mí, soportar el peso de majestad tan grande, desapareciendo dijo que envíase a decir al Pontífice Inocencio, Vicario de su bendito Hijo, las persecuciones que padecíamos; y que él nos remediaría.
" Hermanos: conservad estas palabras en vuestros corazones; esforzaos por hacer verdadera esta elección y este privilegio con el sello de las buenas obras; no desfallezcáis jamas en esto: vigilad, y desahaceos en acción de gracias por tantas misericordias: orad sin interrupción, a fin de que las palabras que me fueron dichas se verifiquen siempre para gloria de la Santísima Trinidad, Padre Hijo y Espíritu Santo, y de la Virgen María, bendita por siempre.
"Esta misma relación _ continua diciendo el Secretario _ envió el santo General a los Hermanos que estaban en otros conventos muy afligidos, para consolarles con aquella promesa, en una carta que el Siervo de Dios me dictó y yo escribí, para que ellos diesen también gracias a Dios y perseverasen en la oración.


VEN ESPÍRITU SANTO